martes, 13 de julio de 2010

Iglesia, dejate de joder un poco

El poder natural

Por Washington Uranga

Las disputas planteadas en torno de la posibilidad de aprobación legislativa del casamiento para personas del mismo sexo pone al descubierto luchas de poder, resistencias y posiciones que estuvieron veladas en otras discusiones. Podría decirse que en este tema también aparece una realidad de la Argentina actual, permanentemente atravesada por las opciones a todo o nada, con un ribete maniqueísta que en la mayor parte de las ocasiones impide pensar.

Es sumamente paradójica la posición de la mayoría de los obispos católicos, acostumbrados a pronunciar homilías a favor del diálogo, la búsqueda de consensos y la tolerancia. En este caso ninguna de esas palabras alcanzó verdadero significado en las acciones que protagonizan y las que están impulsando, mucho más cercanas a la “guerra”, así sea de Dios, y a las cruzadas contra el mal, entendiendo por este último todo aquello que se oponga a sus certezas.

Es entendible que los obispos argumenten a favor de sus propias convicciones. No es aceptable que pretendan imponer al conjunto de la sociedad normas y criterios que ni siquiera pueden hacer cumplir dentro la propia institución eclesiástica. Salvo, claro está, que estén defendiendo en realidad una cuota de poder –real y simbólico– que ellos creen tener y que todavía les reconocen algunos sectores y actores de la sociedad argentina.

Los argumentos que pueden ser aceptables dentro del marco institucional católico carecen de validez para la sociedad actual. Fueron válidos en otro momento histórico, porque entonces la doctrina y los principios católicos estaban engarzados en mecanismos político culturales que los constituían en verdaderos y aceptables para la sociedad de ese tiempo. Lo “católico” era asumido como consenso social, incluso para los que no profesaban el catolicismo. Ya no sucede. No hay motivo para imponer al conjunto ciudadano valores que no le son propios.

Los obispos creen que si la sociedad se ordena sobre la base de criterios “católicos” ellos conservan poder. Y entre quienes se alinean detrás de las sotanas están los que ven todavía en la jerarquía eclesiástica una fuente de resistencia conservadora que expresa con más poder simbólico sus propias miradas, o bien quienes oportunistamente se suman a todas las campañas que se opongan a los cambios. Si es contra el oficialismo, mejor.

Como bien lo cuestionaba días pasados un lúcido documento de un grupo de curas católicos de varias diócesis que se distinguieron de las opiniones de sus jerarcas, es poco defendible el argumento de lo “natural” para oponerse al casamiento de las personas del mismo sexo. Lo “natural”, precisemos, no tiene que ver precisamente con la naturaleza, sino con la cultura y con el poder. Así hoy puede ser “natural” lo que ayer no lo era y a la inversa. Porque en realidad ese tipo de “naturaleza” que se pretende esgrimir está otra vez íntimamente vinculada con valores culturales, con el poder que en determinado momento tienen quienes lo impulsan y con el ámbito de aplicación. De esta manera puede considerarse “natural” el celibato obligatorio para los ministros dentro de la Iglesia Católica porque existen allí cuadros de valores y dispositivos de poder que así lo justifican. En el mismo sentido podría decirse que es “natural” en ese marco institucional que, a pesar de que se sostiene la igualdad entre el varón y la mujer dentro de la Iglesia Católica, sólo los varones pueden acceder al ministerio consagrado. En otro tiempo se afirmaba que la esclavitud era “natural”. Ya no lo es gracias a Dios y a los hombres que lucharon para abolirla.

A sabiendas algunos obispos están embarcados en esta cruzada porque aspiran a reunir detrás de sí a las miradas más conservadoras de la sociedad. No sólo de los católicos. También las de otros credos, como ha quedado en evidencia. No se trata de una cuestión de fe, sino de una mirada sobre el mundo, sobre la manera de entender la sociedad. Los cristianos evangélicos están hoy atravesados por el mismo debate. Los fundamentalismos afloran en todos lados, se unen, se acompañan y se solidarizan entre sí. El cambio aparece como el enemigo común contra el que hay que luchar.

Entre los costos que los obispos embarcados en esta campaña seguramente deberán pagar está el aumento de su pérdida de credibilidad social. La misma que abonaron con las complicidades, los silencios o la falta de compromiso ante tantas violaciones a los derechos humanos, con las actitudes timoratas o directamente cómplices frente a los delitos de Grassi o de Von Wernich y la multiplicación de los casos de pedofilia dentro de sus filas.

Es cierto también que todo esto sirve además para alentar el anticlericalismo ciego de otros. Una actitud, que aunque se ubique en las antípodas ideológicas, es tan sectaria e incapaz de admitir la diversidad como la que esgrimen los obispos a los que critican.

Vale preguntarse por las enseñanzas. Por lo menos se pueden señalar algunas. La primera: ya no es posible hablar de “la” Iglesia. Como ha quedado demostrado a través de muchas manifestaciones de católicos que no suscriben la opinión de sus obispos, la Iglesia Católica en la Argentina está lejos de ser un todo homogéneo. Y, al mismo tiempo, se puede decir que la fe católica no se corresponde, de manera automática, con la institucionalidad católica. Hay católicos y católicas que insisten en serlo más allá de su propia jerarquía.

Y por encima de todo, lo que queda de manifiesto es que como sociedad democrática todavía nos falta mucho para caminar hasta alcanzar un grado de madurez que nos permita admitir la diversidad, discutir en la diferencia y, como resultado de ello, crecer todos y todas, encontrando alternativas superadoras. Nuestros mal titulados diálogos siguen siendo simulacros porque carecen de verdadera vocación para dejarse enriquecer por las miradas diferentes.

lunes, 19 de abril de 2010

(In)Justicia Mendocina

Acabo de terminar de leer este artículo de Horacio Verbitsky en www.pagina12.com.ar y me pareció bastante impactante. A ver, es obvio que no soy tan ingenuo como para pensar que este caso es único y absolutamente llamativo. Pero, como desde que abrí el blog todo lo que subo tiene que ver con la Ley de Medios, y teniendo en cuenta que las trabas que está teniendo ésta para poder empezar a regir provienen de la Justicia mendocina, no quería dejar de subir este artículo en el cual se ve bien claro de qué tipo de justicia estamos hablando.

Secuelas

Herido y torturado en 1975 por la policía de Mendoza, Prudencio Mochi lo denunció ante el juez Luis Miret, quien no investigó el caso. En este reportaje, Mochi narra su asombro al saber que el protector de sus verdugos sigue en la Justicia.


Por Horacio Verbitsky

A sus 60 años, Prudencio Mochi aún arrastra la secuela de las torturas que padeció cuando tenía 25, aplicadas por la Inteligencia policial de Mendoza en 1975. “Una vez que soy liberado, comienzo a padecer crisis epilépticas. Recibí tratamientos en Italia, en Francia y en Holanda. Luego me descubren un trauma en el lóbulo frontal derecho, producto del golpe que recibí cuando me detuvieron. Durante años me traté con Misoline”, dijo en un reportaje telefónico que concedió desde México.

Su caso es uno de los que fundamentan la solicitud de juicio político contra los actuales camaristas federales Otilio Romano y Luis Francisco Miret. Mochi, doctorado en Ciencias Políticas en Italia y en la actualidad profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, recuerda bien al entonces juez Miret, porque ante él denunció las torturas que padeció y no obtuvo que las investigara. En cambio sólo sabe que Romano era el fiscal de la causa, pero no cree haberlo conocido entonces.

Mochi fue detenido en agosto de 1975, en un operativo conjunto del Ejército y de las policías Federal y provincial en el barrio Maipú. Mochi volvía a su casa cuando le dispararon desde lejos. Intentó correr pero cayó herido en una pierna. Perdió mucha sangre y lo golpearon con la culata de un arma en la cabeza hasta que se desvaneció, origen de su problema epiléptico. Se despertó en la D2, la temida Dirección de Inteligencia de la policía de Mendoza, donde también había otros once detenidos, algunos eran sus compañeros de militancia estudiantil, en la Facultad de Derecho de Santa Fe, y gremial, en la formación de la Coordinación Sindical en Villa Constitución. En la D2 estuvo dos semanas, durante las cuales no recibió atención médica por la herida en la pierna. Por el contrario, los torturadores además de aplicarle la picana eléctrica, le introducían un hierro en la herida. Mochi se desmayó varias veces. “Decían que se me iba a gangrenar la pierna.” Sus lesiones fueron constatadas por un médico policial.

Al cabo de esos quince días lo llevaron al juzgado federal a cargo del juez Miret, quien blanqueó la detención ilegal con una orden de arresto. Lo acusaron de asociación ilícita, de portación de armas de guerra (“Yo nunca tuve armas, no tenía relación con las organizaciones armadas”, dice Mochi). En cuanto estuvo a solas con el juez le informó de las torturas que había recibido, que por otra parte eran evidentes. Miret se negó a dejar constancia de esa denuncia y en cambio intentó “indagarme sobre mi actividad política, pero yo me negué absolutamente a declarar en esos términos. Con los otros detenidos actuó en forma similar. Legalizó todas las detenciones de los que caímos antes del golpe”.

Luego de la declaración ante Miret lo trasladaron a la Cárcel de Mendoza. “Estuve mucho tiempo en la Enfermería, porque me encontraba en muy malas condiciones de salud. Interviene el abogado Oro, que era defensor de presos, pero luego fue secuestrado. Después de su secuestro, durante años de detención mi familia no tuvo posibilidad de poner a otro abogado, porque además, por miedo, se negaban a representarme. En una oportunidad se propone como defensor un abogado de apellido Balestrini, que le pide dinero a mi hermano. Pero se enteran que era conjuez de Miret”, dice Mochi.

Sabe que Romano era el fiscal de la causa, pero no lo recuerda. “Mi trato era con Miret. Lo conocía antes de ser detenido, era famoso en Mendoza. Miret se comportaba como un milico más. Tenía un lenguaje castrense. Es uno de miembros de la incubadora del golpe militar en Mendoza”, dice.

En la Cárcel de Mendoza estuvo detenido alrededor de un año, luego fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata y por último a la Cárcel de Caseros. En la Unidad 9 lo alojaron en el Pabellón 1, el denominado “Pabellón de la Muerte”, donde estuvo Dardo Cabo, “a pesar de que yo no tenía relaciones con Montoneros. Fueron años muy difíciles, sobre todo por la incerteza de la vida o la muerte”.

A fines de 1978 o comienzos de 1979 su familia pudo designar como abogado a Carlos Washington Lencinas, descendiente del ex gobernador y senador radical homónimo. “A los cuatro años de mi detención, en 1979, Lencinas logra un arreglo para que me den una condena por los cuatro años que ya había estado detenido. Quedo formalmente a disposición del PEN y en 1980 me exilio a Italia”. Allí denunció lo sucedido ante la Liga por los Derechos de los Pueblos. “Pero en ese momento se priorizó la denuncia contra la actuación militar, porque la participación de los miembros de la Justicia no era un tema que en ese entonces tenía la relevancia que hoy ha alcanzado. Además mi caso era complicado, porque tenía las dificultades de quienes fuimos detenidos antes del golpe militar, durante un gobierno constitucional.”

–¿Siguió durante estos años la actuación de Miret?

–No, me entero que Miret sigue actuando en la Justicia a través de las notas de prensa que se publicaron estos días. Nunca me hubiera imaginado que semejante personaje siguiera en la Justicia. Un tipo tan quemado, que había avalado todo lo que hacían los militares, tan conocido por esto. Nunca me imaginé que un tipo así fuera camarista. Miret era el incubador de la dictadura en Mendoza. Me parece increíble. No resiste el menor análisis. ¡Este señor ha estado juzgando a personas durante 35 años! No se puede entender.

La semana pasada, durante los preparativos de la movilización por la vigencia de la ley de servicios de comunicación audiovisual, Miret salió a la puerta con actitud desafiante para escuchar si había cánticos que lo aludieran. Uno de los manifestantes tomó la foto que ilustra esta nota.

Entrevista
: Mercedes González.

jueves, 15 de abril de 2010

Marcha por la Ley de Medios

Creo que es muy importante destacar el día de hoy la marcha que se hará hacia la Corte de Justicia para destrabar la tan anhelada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Y en la importancia que presenta este tema, creo que hay que destacar la actitud del Rector de la Universidad Nacional de Quilmes al dirigirse a sus alumnos incentivando el apoyo a la marcha de este ventoso y frío 15 de abril del 2010.

He aquí las palabras del rector:

"Estimados integrantes de la Universidad Nacional de Quilmes,

Me comunico para invitarlos a participar activamente de la Movilización en apoyo a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Considero que así como en otro periodos democráticos nuestro país ha sufrido las consecuencias de políticas que reclamaron la intervención de los militares para "restablecer el orden" y que trajo, entre otras consecuencias, el genocidio de más de 30 mil personas desaparecidas y asesinadas, hoy se está avasallando a la Democracia al impedir la vigencia de una Ley que reunió todos los pasos de un debate profúndamente democrático. Se realizaron foros por todo el país, se incorporaron los puntos que allí surgieron sumándolos a los que por años propugnó la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que integran decenas de organizaciones sociales y de derechos humanos. El Parlamento, además, la aprobó en ambas cámaras por amplia mayoría.

Por estas razones los convoco a la Movilización desde el Congreso de la Nación hasta la sede de la Corte Suprema de Justicia, este jueves 15. El punto de concentración previo, junto a las otras universidades, es Cerrito y Av. de Mayo a las 16.30 horas.

Atentamente,

Prof. Gustavo Lugones

Rector UNQ"


No estamos de acuerdo en todas las decisiones que se toman en la Universidad. Es más, hay muchas MUCHAS actitudes que pueden ser criticables, reprobables. Pero, hay que reconocer el valor que tienen, para lo estudiantes y para todo el cuerpo docente y no docente, estas palabras. Me corrijo: no solo para las personas que asisten a la Univesidad Nacional de Quilmes son importantes. Para todas las personas que habitan en el suelo argentino y que sueñan con una democracia con todas las letras(todas las palabras, TODAS LAS VOCES). Y esta es solo una pequeña intención de que esas palabras empiecen a llegar a muchas personas.

miércoles, 14 de abril de 2010

Empecemos defendiendo

Como primer post me gustó la idea de mostrar un poco, a través de unos videos, el horror y el pánico que genera ver todo lo que permite hacer (pero a las pocas personas que se lo permite) la Ley de Radiodifusión 22.285 y por qué necesitamos destrabar la 26.522.






Bastante gráfico, no?

lunes, 12 de abril de 2010

Bienvenidos

Decidí abrir el blog....hoy no tengo en mente nada para publicar, pero van a empezar a surgir ideas.